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El gato viajó por todas partes, desde las montañas hasta el mar. Vio todo tipo de cosas extrañas y maravillosas, pero una cosa que nunca olvidó fue la comida que comía en África. La comida en África era tan fresca y sabrosa que se le hacía la boca agua sólo de pensarlo. Comía los frutos jugosos, la dulce miel y la carne tierna. Al gato le encantaba toda la comida de África, pero su favorita eran los saltamontes asados. Estaban tan crujientes y deliciosos que podía comerlos durante todo el día. El gato solía soñar con la comida de África y se despertaba con una gran sonrisa en el rostro. Sabía que un día regresaría a África y comería toda la comida que pudiera.
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