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El mundo era un páramo después de la guerra global. Los pocos humanos que quedaban estaban dispersos y luchaban por sobrevivir. En un pequeño asentamiento, un grupo de supervivientes se unió para defender su hogar de las hordas de mutantes que deambulaban por la tierra. Los mutantes eran feroces y rápidos. También eran muy resistentes al daño, lo que los hacía difíciles de matar. Los supervivientes sabían que tendrían que ser inteligentes e ingeniosos si querían sobrevivir. Un día, un grupo de mutantes atacó el asentamiento. Los supervivientes fueron tomados por sorpresa y rápidamente fueron abrumados. Justo cuando parecía que toda esperanza se había perdido, una joven llamada Anya dio un paso adelante. Ella tenía un plan. Anya sabía que los mutantes se sentían atraídos por el ruido y la luz. También sabía que tenían miedo al fuego. Reunió a los demás supervivientes y les contó su plan. Les tenderían una trampa a los mutantes. Encendían una gran hoguera en el centro del asentamiento y luego se escondían en las sombras. Cuando llegaran los mutantes, se sentirían atraídos por el fuego y serían fáciles de matar. Los supervivientes tendieron la trampa y esperaron. Los mutantes pronto llegaron, atraídos por la luz y el calor del fuego. Los supervivientes esperaron hasta el último momento antes de atacar. Salieron de las sombras y desataron una andanada de flechas y lanzas. Los mutantes fueron tomados por sorpresa y rápidamente asesinados. Los supervivientes habían triunfado, pero sabían que la guerra no había terminado. Los mutantes regresarían y estarían más preparados. Los supervivientes tendrían que ser aún más inteligentes e ingeniosos si querían sobrevivir. Pero estaban decididos a sobrevivir. Tenían que sobrevivir por el bien de sus hijos y por el futuro de la humanidad.
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