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El hada revoloteaba por el bosque, su largo cabello flotando detrás de ella como un río de oro. Su piel era pálida como la luz de la luna y sus ojos eran tan azules como el cielo. Era una criatura de belleza y gracia, y todos los que la veían quedaban encantados. El hada bailó entre los árboles, sus pies apenas tocaban el suelo. Cantó un canto de alegría y los pájaros se unieron a ella. Las flores abrieron sus pétalos para ella y los animales salieron de sus escondites para observarla. El hada era un símbolo de esperanza y felicidad. Llevó alegría a todos los que la conocieron y les recordó que todavía había belleza en el mundo, incluso en los tiempos más oscuros.
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