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La muchacha de la tierra de los duendes y las hadas era un espectáculo digno de contemplar. Su cabello era tan negro como la noche y sus ojos tan verdes como la hierba. Llevaba un vestido sencillo, pero estaba adornado con joyas que brillaban a la luz del sol. Era una criatura hermosa y parecía estar llena de alegría. La muchacha caminaba por el bosque cuando se encontró con un grupo de niños. Estaban jugando en los árboles, riendo y divirtiéndose. La muchacha les sonrió y ellos se detuvieron para mirarla. Ella era muy diferente a ellos, pero ellos se sentían atraídos por su belleza y su felicidad. La muchacha se acercó a los niños y se sentó en el césped. Les contó historias sobre la tierra de los duendes y las hadas, y ellos la escucharon absortos. Ella les habló de la magia que existía en aquella tierra y quedaron asombrados. Cuando la niña terminó de contar sus historias, los niños se entristecieron al verla partir. Pero ella les prometió que volvería y los visitaría pronto. Y dicho esto, desapareció en el bosque. Los niños nunca olvidaron a la muchacha de la tierra de los duendes y las hadas. A menudo hablaban de ella y soñaban con el día en que regresaría. Y un día lo hizo. La muchacha regresó al bosque y encontró a los niños jugando en los árboles. Ella les sonrió y ellos corrieron a saludarla. Se alegraron mucho de verla y le contaron todo lo que habían hecho desde que ella se fue. La muchacha se alegró de ver a los niños y les contó todas las cosas que había visto y hecho en la tierra de los duendes y las hadas. Ella les habló de la magia que existía en aquella tierra y quedaron asombrados. La muchacha se quedó con los niños durante mucho tiempo y vivieron muchas aventuras juntos. Jugaron en el bosque, nadaron en el río y escalaron las montañas. Rieron y lloraron y compartieron todo entre ellos. La muchacha de la tierra de los duendes y las hadas era una amiga especial para los niños. Ella les enseñó sobre la magia del mundo y les mostró que todo es posible si crees en ello.
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